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Charla Juventud Masculina de Schoenstatt

Charla Juventud Masculina de Schoensttat. Viernes 14 de Abril. Loreto Pérez

¿Dónde se originan nuestras cruces?

¿Cómo puedo cargarlas, y qué papel juega el perdón en este camino?

¿Cómo se integra esto en la solidaridad de destinos?

 

1.- Ningún mal proviene de Dios.

- Dios es sólo amor: 1Jn 4,8-9.

- Dios nos creó para el amor: Gn 1,18.22-24;  Mt 22, 37-40

- Dios creó todo para la vida: Gn 1, 28; Sab 1,13-15. Sab 2, 23-24

- Dios sólo se de dedica a hacernos el bien: Jr 32, 40-41

- Dios no manda pruebas: Stgo 1,12-15

- Dios usa todo acontecimiento para nuestro bien: Rom 8, 28.

 

- Todos tenemos un profundo anhelo de vivir relaciones de mayor paz, armonía, alegría y plenitud. Relaciones de comunión.

- Todos necesitamos ser mirados con un corazón de piedad amorosa y sin juicio en nuestra miseria y ser reconstruidos por esa mirada.

 

Creación amorosa de Dios.      

Porque fuimos mirados así antes de nacer. Por la mirada amorosa, vivificante y benigna del Padre. Jer 1,5:; Sal 139

Fuimos creados por el Amor y para el amor.

Somos felices en la medida que vivimos esta vocación de comunión

 

2.- ¿Por qué sufrimos entonces?

 

Todos anhelamos experimentar la plenitud interior. Sentirnos aceptados, queridos, valorados y respetados por los otros.

Pero una y otra vivimos la experiencia los límites del otro y los míos propios.

Experiencias de desamor, de rechazo, de juicio, de crítica, de frialdad, de humillación, de violencia, de traición, de incomunicación, de desprecio. Anhelos y necesidades insatisfechas, problemas económicos, enfermedades, muertes de seres queridos etc.

O ponemos la obtención de esta felicidad y sentido de vida fuera de nosotros mismos, lo hacemos depender de otra persona o situación:

-  “cuando tal persona cambie…o

- …cuando tal situación cambie… ahí podré ser feliz.

            - Y como siempre sucede algo dentro  o fuera de nosotros, estos anhelos no se realizan y nos llenamos de pena, frustración, amargura y resentimiento.

           

¿Por qué pasa esto?

 

Porque para que se realice esta vocación al amor existe un obstáculo,

Este obstáculo no proviene de Dios, sino del mal uso de nuestra libertad: la suma de elecciones y decisiones nuestras y de otros, que no están alineadas con la vida y con el amor. Con ellas dañamos y nos dañan.

 

Ese obstáculo, la raíz última de mi dolor, se llama PECADO, y es lo que me dificulta amar y recibir el amor. Gen 3, 1-17

 

¿Qué pasa dentro de mí?

 

Vivo una permanente tensión interior. Anhelo de todo corazón vivir en amor y en plenitud, pero en la práctica, en la realidad del día a día no sé o no puedo vivir  de la forma que quiero. Rom 7, 15-16. “No entiendo mi proceder…”

 

Por lo tanto: Quiero pero no puedo.

 

¿Cómo se afecta nuestro interior con el pecado a lo largo de nuestra historia, de tal forma que nos deja “resentidos” o afectados interiormente con lo que pasó?

 

Se entretejen varios elementos que se influyen unos con los otros:

Desorden interior: Las tendencias orientadas a la vida se desordenan y vivimos una lucha interior entre el bien y el mal. Rom 7, 20-ss.

 

Carencias afectivas: Fruto del pecado me elijo a mí mismo y me incapacito para amar. Quedo sujeto a experiencias de desamor, rechazo, agresividad, falta de cuidados y contención, etc.

 

Experiencias dolorosas y/o traumáticas: Tienen lugar fecha y hora, son violentas y nos marcan profundamente. Generan comportamientos desajustados y poco libres

 

Criterios absolutos: “Las personas y la realidad deben ser como yo creo que deben ser”. Me impiden ver y aceptar la realidad como es.

Son la fuente de nuestros juicios. Mt 7,1-5.

 

Ataduras: son funcionamientos cristalizados (no evolucionan) que se conforman entretejidos con los elementos anteriores y limitan mi libertad interior: Y producen apegos o afectos desordenados a otras personas, a mí mismo, las cosas, estructuras, moldes culturales, ciertos comportamientos, etc.

 

Por lo tanto:

Mi desorden interior me sujeta y me conduce. No es mi ser,  que anhela lo bueno, quien que comanda mis acciones.

Las carencias y dolores de mi vida crean el ambiente de mi corazón que tiñe mis comportamientos y mis relaciones y los hace poco amorosos.

Todo esto me esclaviza en los resentimientos.

 

¿Cómo sé que tengo resentimientos y necesidad de perdonar?

 

Observemos como se manifiesta el resentimiento en nosotros

¿me gustaría vivir el presente en relaciones más armoniosas, pacíficas y vitalizantes?

¿Tengo necesidad de reconciliarme con personas o situaciones de mi  historia?

¿Hay personas o recuerdos del pasado o del presente, que tienen el poder de hacerme perder la paz, descomponerme interiormente o me llenan de rabia, tristeza, frustración, etc.?

¿Observo en mí que ante ciertas situaciones o personas, tengo comportamientos desajustados o que me quitan libertad?

¿Me siento disminuido, inconfortable o inapropiado frente a algunas personas?

¿Me observo pensando obsesivamente en ciertas personas, emitiendo frases o respuestas que quisiera decirles al encontrarlas frente  a frente?

¿Pienso a veces que mi vida ha sido muy dura y que Dios me ha mandado pruebas muy difíciles?

¿Siento a veces que he  fracasado en el trabajo o en mi matrimonio, o con mis hijos?

¿Me critico interiormente por no ser en alguna o muchas áreas como yo quisiera?

¿Critico a otros por no ser en alguna o muchas áreas como yo quisiera?

 

Si Ud. Responde sí a tan sólo una de estas preguntas, Ud. Necesita experimentar la sanadora y liberadora experiencia del perdón.

 

¿Qué es el resentimiento?

Es una atadura que me hace volver una y otra vez a sentir el dolor de la experiencia dolorosa vivida.

Consiente o inconscientemente, ese “ofensor” queda  en deuda conmigo y necesito pasarle la cuenta.

Me hace vivir interiormente en torno a esa experiencia y a la persona que me ofendió. Ocupa el centro de mi vida y le doy poder sobre mis estados de ánimo y mis comportamientos.

Se manifiesta como rabia, odio, dolor, frustración, impotencia pena, humillación, bloqueo de las emociones o desconección de los verdaderos sentimientos: la petición interior de ser amado, valorado y respetado.

Provoca apegos desordenados a otras personas, a mí mismo, a las cosas, a moldes  culturales, etc. me quitan la libertad interior y la capacidad de amar y crecer.

 

 

¿CÓMO ME AFECTA EL RESENTIMIENTO ESPIRITUALMENTE?

 

El rencor me transforma en juez del otro. Mt 7,1-5, Stgo 4,11-12.

Si no perdono, el Padre no perdona mis pecados. Mt 6, 14-15

 

Tenemos una mala y una buena noticia.

 

El problema del resentimiento y de los sufrimientos del hombre  no tiene solución humana.

Sólo se resuelve en Cristo.

 

 

Jesús nos dice: “En verdad, en verdad les digo: Todo el que comete pecado es un esclavo…(Me dominan las pasiones, Rom 7,20´ss ) Si pues, el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres.” Jn 8,34.36

 

Jesús nos entrega un camino para salir de la cárcel del  resentimiento: es el PERDÓN.

 

Pero tenemos diversas reacciones frente al perdón:

¿Perdonar? ¡Jamás, después de lo que me hizo¡

Que Dios lo perdone, yo no puedo.

Perdono, pero no olvido.

¿Yo? No tengo nada que perdonar

 

Obstáculo para perdonar: Mis propios sentimientos. Me resisto. Considero que el otro no merece mi perdón y debe sufrir lo que yo he sufrido.

 

3.-¿Cómo se realiza el perdón?

 

El Espíritu Santo me da la gracia de perdonar. Jn 20,22-23.

 

Interiormente me ubico y actúo desde la voluntad, aunque mis sentimientos sean contrarios al perdón. Puedo perdonar  sin tener “ganas” de perdonar. Ef 4,31-32

 

Perdono en Cristo, pues Él ya perdonó todo en la cruz. Yo escojo el pago que él hace de mi deuda  y escojo la salvación. Jn 1,29

 

El perdón se verbaliza, se realiza con voz audible: La palabra crea realidades nuevas. Jesús formuló el perdón en la cruz. Lc 23,34.

 

El perdón es unilateral. No depende del otro. Es entre Dios y yo. No tengo que esperar que el otro me pida perdón o cambie, ni acudir a la otra persona para decirle que la perdono.

 

El perdón me libera a mí y al otro, y me convierte de víctima de las circunstancias en una persona libre, con capacidad de amar, crecer y ser feliz. Jn 8 34-36.

 

El perdón inicia el proceso de sanación de toda mi persona. Parte desde la voluntad y va tomando mi mente, mi corazón, mis recuerdos  y mi cuerpo. Es una forma de vivir y 70 veces 7.

 

El resentimiento es materia de confesión. Porque impide vivir el primer mandamiento del amor. Todos los sacramentos tienen un gran poder sanador y liberador (bautismo, confesión, eucaristía y unción)

 

 

 

 

Fórmula del perdón:

 

En el Nombre de Jesucristo, por su gracia y mi voluntad, yo perdono a…….

.........................................................................................................................

Lo perdono por………………………………………………………………………

..........................................................................................................................

Lo libero de toda culpa y te pido que lo bendigas.

 

 

 

¿A quienes necesito perdonar?

 

A los demás

Los padres

La pareja o cónyuge

Los hijos

Familiares

Figuras de autoridad

Los muertos.

 

A uno mismo.

Nuestros pecados y límites

Perdonar el cuerpo

Perdonar la enfermedad y los límites de la edad

Diferencia entre arrepentimiento y sentimiento de culpa

 

A Dios.

No porque Dios sea culpable, sino que nosotros, consiente o inconscientemente, lo hacemos el culpable último de los dolores de nuestra vida.

 

 

¿Cómo se realiza una oración de perdón?

En oración le pido al Espíritu Santo,  que me lleve de la mano a recorrer la historia de mi vida; pienso en los acontecimientos y relaciones en y con:

Mi familia, mi papá y mi mamá, abuelos, tíos, hermanos, familia política.

Etapa de infancia, colegio, universidad

Pololeos, noviazgo, matrimonio, marido y mujer, los hijos, familia política

Profesores, sacerdotes, monjas, políticos, jueces, autoridades, jefes y subalternos, empleadas domésticas, etc.

Desastres de la naturaleza, accidentes de auto u otros, incendios, enfermedades, muertes, situaciones de violencia, asaltos, robos, abusos de autoridad, abusos sexuales, experiencias atemorizantes, de abandono o traición.

Enfermedades y muertes de personas significativas.

Toda situación dolorosa, humillante, frustrante o traumática de mi vida.

Fracasos en mi vida

La culpa que me persigue por los pecados cometidos.

Malos comportamientos heredados, pecados de los antepasados.

Lo que no acepto de mí mismo o de otros.

Mis reclamos a Dios por los dolores, cruces y dificultades de mi vida

 

 ¿Cuánto dura el proceso de perdón?

 

El perdón no es una meta.

El perdón es una forma de vivir.

El perdón es el camino que escogió Cristo para nuestra salvación.

Estamos llamados a perdonar 70 veces 7, es decir siempre.

 

Es importante saber que este proceso es lento y progresivo y se produce en una espiral de crecimiento. A mayor perdón, mayor sanación. A mayor sanación, mayor libertad. A mayor libertad, mayor capacidad de amar. A mayor amor, mayor presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.

 

 

4.- Solidaridad de destinos, dolor y perdón.

El perdón me reconcilia con migo mismo, los demás, mi historia y sus circunstancias. Trae la paz a mi corazón. Aliviana la carga de dolor de mi vida.

Cristo ya cargó y perdonó todo lo que yo y otros han vivido. El perdón actualiza esta realidad e introduce la experiencia del poder de la resurrección en mi ser y mi historia.

Vivir la misericordia de Dios, perdonar y perdonarme, me unifica con el dolor de toda la humanidad que sufre sujeta al pecado. Puedo ver a mi próximo con ojos de misrricordia. Eso aliviana mi carga y la del él, me hermana en la experiencia de pecado y salvación en Cristo.

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